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San Martín alegró a toda La Ciudadela con un triunfo sobre el final ante Temperley por 2 a 1

Veníamos raros. Y se notó dentro y fuera del estadio. Renegando por un empate anterior, esperando que los rivales obtengan los peores resultados y unos cuantos problemas en el ingreso fueron condimentos suficientes para una noche de emociones fuertes.

No te voy a mentir, ciruja. San Martín se jugó todo ayer y por un momento pensamos el peor panorama. Necesitábamos que siga ubicado en los puestos del reducido, que la ilusión no se corte.

A los 15 minutos del primer tiempo, Lucas Cano abrió el marcador con un cabezazo, gracias al señor centro que Leandro Vellaenvió desde el córner. Una fiesta de abrazos y gritos de gol decantaron en el campo de juego y así el «Santo» comenzaba a mostrar carácter y nos dábamos cuenta que el triunfo le quedaba pintado.

Hubo un par de jugadas que podrían haber aumentado la diferencia, como la de Daniel González a los 22 minutos que terminó despejando el arquero Joaquín Papaleo. Muy buena actuación de Leonardo Monroy, el oriundo de Catamarca de 21 años, rápido y decidido, que claramente pidió pista para seguir sumando minutos en la Primera Nacional con este plantel. 

Los muchachos de Ciudadela se fueron tranquilos y aplaudidos al vestuarios en el entretiempo, acompañados por gritos de apoyo y devoluciones apuradas con la esperanza de elevarles el ego.

Pero «Si no sufrimos no somos San Martín», es la frase que deberíamos tener tatuada a fuego ya. En el complemento el «Ciruja» tomó el papel de un equipo dubitativo y confundido, con pocas ideas y malos pases. Y como para rematar, a los 14 minutos por medio de una jugada aislada de ataque de Temperley, de cabeza también, Facundo Pumpido se encargó de empatar el partido, aumentando la presión arterial en los hinchas y la confusión en los futbolistas del local. 

Como si fuera poco, a los 46 minutos Temperley atacó con Facundo Callejo que remató al arco defendido por Ignacio Arce pero se fue por el palo derecho del arquero. 

Entonces apareció él, uno de los cambios que hizo Pablo De Muner. El tucumano que quiere seguir creciendo, al que todos le desean que pueda convertir, que la sequía de gol se espante y se encargue de romper los arcos rivales. Minuto 48 de juego y Lucas González apareció para sellar el 2 a 1 en el arco de la Bolívar al grito embravecido de todo el pueblo rojo y blanco.

Guente: Página Ciruja